A mi hijo siempre le digo que las palabras son mágicas. Ellas tienen el poder de crear una realidad.
Por eso debemos poner especial cuidado con aquellas que utilizamos, intentando que siempre sean alegres, positivas, de entusiasmo, de cariño, de ternura, de ánimo… y de respeto.
Las palabras tienen su propia magia, son capaces de hacer realidad pensamientos, emociones o sentimientos. Son capaces también de cambiarlos y transformarlos. Son capaces de llenar de belleza e ilusión cualquier situación por muy difícil que ésta sea (siempre recordaré la película de “La vida es bella”). Son capaces de ayudar a hacer realidad nuestros más hermosos sueños. Son capaces de hacer más feliz nuestro día a día.
Prestemosle, por tanto, la atención que se merecen…
Nuestras palabras son susurros a oídos del Universo, que rápidamente se pone a trabajar con aquellos mensajes que le llegan, para organizar que todo sea como decimos que es.
Por eso hoy quiero decir bien alto… para que el Universo me pueda escuchar lo suficiente…
¡Que doy gracias a la vida por toda su belleza, su abundancia y su infinito amor!
¡Confío plenamente en ella!
¡Sé que soy bendecida! ¡Y sé que tú también lo eres!
¡Que nuestros niños y niñas son los mayores tesoros que tiene la humanidad!
¡Que hoy es el mejor día de mi vida y es lo que voy a crear!
¡Que voy a dar lo mejor de mí misma y que en cada cosa que haga, ponga más corazón!
¡Confío en que un mundo nuevo es posible y que juntos lo haremos realidad!
¡No estoy sola, formo parte de una unidad llamada Dios, Energía Universal o Amor…!
Ahora recuerda… LAS PALABRAS SON MÁGICAS… si no han de bendecir… mejor dejarlas reposar en el silencio de la gran VERDAD.